06 noviembre 2007

Andrés Manuel López Obrador podría tener su propio partido politico antes de las elecciones intermedias del 2009.



Desde el arranque del 2007, en comederos y entre la clase política se apostaba fuerte a una quiniela que, se decía, tarde o temprano será ganadora; una fractura en el PRD que pudiera dejar fuera del partido amarillo a su más reciente líder, Andrés Manuel López Obrador.

Más aún, ex perredistas como Ricardo Pascoe desarrollaron una teoría diligente que supone que antes de las elecciones intermedias federales del 2009, López Obrador tendrá su propio partido, mediante un trasvase de un sector del PRD, la afiliación de los miles de simpatizantes que recolecta en su recorrido por el país, a la franquicia y las siglas del Partido del Trabajo. Lo curioso es que el PT es el partido cuya creación fue impulsada por los hermanos Carlos y Raúl Salinas.

Pero las peleas en en el interior del PRD han llegado a tal grado que los voceros del partido parecen haberle dado carta de naturalización a la versión del rompimiento de Obrador con un PRD que pudiera quedar en manos del grupo antagónico al que lidera el tabasqueño, los populares Chuchos, la fuerza política que, congruente con su historia, parece haber entendido que la ruta de la negociación y el acuerdo político con el gobierno de Calderón es más rentable que el camino de la confrontación que ha seguido AMLO.

Los "amlofílicos" dicen que el próximo 20 de noviembre es la fecha en la que López Obrador anunciará el rompimiento con el PRD, en medio de una creciente tendencia para deslindarse de AMLO y reconocer de manera abierta al gobierno de Calderón, mientras que por otro lado parecen haber superado "el fantasma de la traición" y reconocen que el "gobierno patito" de López Obrador no es más que eso, un juego que está en el imaginario de un sector social.

Se produzca o no el 20 de noviembre, o hasta 2008, lo cierto es que son muchas las señales que apuntan al rompimiento de López Obrador con el PRD, y las señales más claras se han producido en los días recientes, a propósito de las elecciones para renovar el gobierno de Michoacán, proceso que se llevará a cabo el próximo domingo 11 de noviembre. ¿Por qué Michoacán? Porque la hegemonía del PRD y de la dinastía Cárdenas en esa entidad está en riesgo.

Pero en este caso, el carácter simbólico de Michoacán va mucho más allá de la retención del gobierno por parte del PRD y de los Cárdenas; hay muchos indicios de que lo que se busca es catalizar el proceso de ruptura entre López Obrador y el partido amarillo, para dar paso a una suerte de refundación del PRD, precisamente en las tierras donde nació y justamente por uno de sus padres fundadores, Cuauhtémoc Cárdenas. En pocas palabras, que a partir de la pelea por el control de Michoacán entre los grupos en disputa, los Cárdenas por un lado y AMLO por el otro, se estaría forzando al segundo a dejar el partido.


En efecto, parece un escenario descabellado, pero los indicios de que esa pudiera ser la ruta trazada por los adversarios de López Obrador también están suficientemente claros. ¿Qué significan, por ejemplo, el racimo de declaraciones en favor del reconocimiento del gobierno de Calderón, y la descalificación de los propios perredistas de que es ilegal e irreal el "gobierno legítimo" que pregona López Obrador?

Primero fue Leonel Godoy, el candidato al gobierno de Michoacán, quien se desligó de su promotor López Obrador y regresó a los amorosos brazos de su padre político, Cuauhtémoc Cárdenas, quien salió al rescate del hijo descarriado, él a su vez, en respuesta, inició el deslinde abierto y claro respecto de AMLO.
Dijo Godoy que no reconocer al gobierno de Calderón sería digno de alguien que está "afectado de sus facultades mentales". Cuauhtémoc Cárdenas señaló "hay que reconocer la realidad"; que el de Felipe Calderón es un gobierno legal y constituido.

Ruth Zavaleta, presidenta de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados —cuadro destacado de Los Chuchos—, quien expresó que Felipe Calderón "es el Presidente constitucional y punto", y sobre la legitimidad que reclamara para sí y para su movimiento López Obrador dijo: "Sólo existe en la imaginación de algunas personas". El racimo de declaraciones que se deslindaron de AMLO creció y seguirá creciendo con el tiempo, sobre todo ante una terca realidad política que cada vez arrincona más al mesías tropical.

¿Pero frente a qué estamos? Primero hay que recordar que los momentos de mayor rentabilidad política para el PRD —y para cualquier partido político—, han sido los de la negociación y el acuerdo. Esa ruta ya la transitó y la transita un sector del PRD —Los Chuchos y los Cárdenas—, que han obtenido logros nada despreciables. En sentido contrario, López Obrador ha dilapidado el capital político que cultivó en los años previos a julio de 2006, y no logró siquiera recuperar su terruño, Tabasco, mientras que, por ejemplo, los Cárdenas pudieran retener Michoacán.

Pero existe otro factor clave: que en la elección presidencial de 2012 se pudiera reeditar la disputa que se dio en 1988 entre el salinismo y el cardenismo, sólo que en este caso podría darse en el interior del propio PRD. Es decir, en la próxima elección presidencial es previsible una lucha entre dos grandes bandos, uno jefaturado por López Obrador y por su escudero salinista, Marcelo Ebrard, y otro por la tercera generación de los Cárdenas, por el saliente gobernador de Michoacán.

¿Quién le estorba a quién? Está claro que López Obrador pretende jubilar a la dinastía Cárdenas —porque ve un potencial adversario en Cárdenas Batel—, mientras que los Cárdenas ven en la dupla AMLO-Ebrard la confirmación de que el PRD fue colonizado por el salinismo y le será arrebatado a sus fundadores. Esa percepción, en el fondo, es la razón por la que Cuauhtémoc Cárdenas rompió con la campaña presidencial de AMLO. Y por eso va por la refundación del PRD, precisamente en Michoacán
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