17 enero 2008

Afrontar el cambio climático


A casi más de un siglo de que comenzaran los primeros estudios sobre cambio climático, el acervo científico sobre este tema no ha dejado de crecer. Lejos de dogmatismos, el conocimiento sobre el cambio climático se está construyendo sobre uno de los mejores mecanismos de control existentes para asegurar que cualquier resultado contrastado científicamente es tenido en cuenta por la comunidad; el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), al que desde Ecología y Desarrollo galardonamos este año con el Premio Desarrollo Sostenible 2007 y que después ha sido reconocido con el Premio Nobel de la Paz 2007.
El cambio climático representa un reto sin precedentes que requiere de toda nuestra capacidad de innovación para encontrar soluciones. Creemos que todavía estamos a tiempo para detener el cambio climático a través de una combinación creativa de medidas políticas, fiscales, de mercado... pero necesitamos también la implicación de todos los agentes de la sociedad y, sobre todo, la capacidad de deshacernos de los rígidos esquemas mentales que nos llevan a pensar que no podemos cambiar las cosas.
Este especial ha sido co-editado por tres organizaciones que están trabajando en diferentes frentes para contribuir a detener el cambio climático: la promoción del consumo responsable, la conservación de espacios naturales y la lucha contra la pobreza son solo ejemplos de sectores en los que hay que actuar.
Estamos seguros de que esta pequeña muestra de actividades se podrá completar con ejemplos innovadores emprendidos desde todos los sectores de la sociedad.
Temas
Consumo responsable para frenar el cambio climático
Por Aurelio García -Director de Innovación de Ecología y Desarrollo
El impacto del consumo sobre el clima
La importancia que tiene el cambio climático como problema ambiental global es un hecho que la mayor parte de los ciudadanos ya reconoce. Y también se reconoce la necesidad de una acción urgente para mitigar sus efectos. Un reciente informe europeo sobre la actitud de los ciudadanos europeos ante la eficiencia energética y el cambio climático muestra que un 80% de los europeos se manifiesta muy preocupado por el cambio climático, llegando este porcentaje hasta un 94% en España y quedado algo por debajo de la media en Portugal (un 73%).
Pero por otro lado, y a pesar de las políticas de consumo sostenible que se están desarrollando desde la Cumbre de Río del 92, el impacto ambiental y climático que tiene el sector doméstico en Europa sigue creciendo. Según la Agencia Europea del Medio Ambiente, el consumo doméstico de los ciudadanos europeos representa una de las mayores presiones ambientales no solo en Europa sino también fuera de sus fronteras y además el impacto está creciendo al menos desde 1990 (ver Household consumption and the environment). Esta creciente presión se explica no solo por el crecimiento económico, sino por factores sociales y demográficos. Por citar el más relevante, la ocupación media de las viviendas en Europa está disminuyendo, lo que significa cada vez más viviendas y electrodomésticos para el mismo número de personas. Por otra parte, aunque la eficiencia energética de los electrodomésticos cada vez es mayor, el consumo energético de las viviendas no disminuye. La razón es que ha aumentado mucho el número de electrodomésticos y aparatos que usamos habitualmente, y además su vida media es muy corta debido a los rápidos cambios de moda y tecnológicos.
El papel de los consumidores en la mitigación del cambio climático
Según trabajos de la propia EEA o de la OCDE , las políticas más efectivas para reducir el impacto ambiental del sector doméstico consisten en una combinación de medidas legales, de mercado, informativas y educativas. Y en este marco, el papel del ciudadano como consumidor es fundamental por varias razones.
En primer lugar porque, a la hora de comprar un producto o servicio, tiene en su mano la capacidad de escoger la opción más respetuosa con el clima de entre todas las alternativas. Si además tenemos en cuenta que muchos productos generan un mayor impacto durante su uso que durante la fabricación se revela que los hábitos de uso de los consumidores son también clave en la prevención del cambio climático.
Pero sobre todo, los consumidores representan una palanca clave para modificar la actuación de las empresas. Frente a medidas legislativas y a la presión de las organizaciones sociales, la demanda de los consumidores se ha mostrado como uno de los mecanismos más rápidos para hacer cambiar a las empresas y al diseño de sus productos y servicios. Efectivamente, si el consumidor discrimina a la hora de hacer sus compras, favoreciendo a las empresas que más responsabilidad muestran hacia el cambio climático, el mercado está mandando una señal que puede tener un efecto mucho más rápido y más profundo que muchas medidas legislativas.
Herramientas para un consumo responsable con el clima
Una de las principales dificultades que expresan los consumidores para actuar responsablemente en su consumo es la falta de información. De hecho una gran parte de consumidores ya está concienciado frente al cambio climático y le gustaría poder obrar en consecuencia, pero en muchas ocasiones no sabe cómo (ver What Assures Consumers on Climate Change? ). Y por otra parte, algunas empresas están actuando proactivamente e incorporando criterios de protección del clima en sus actividades, pero no siempre son reconocidas y recompensadas por ello.
Tanto los consumidores concienciados, como las empresas más responsables se verían beneficiados por la existencia de herramientas rigurosas y con credibilidad que informen sobre la responsabilidad climática de las empresas y sobre la “mochila de carbono” de los productos. La información sobre el impacto climático de cada producto puede ser recogida en forma de un “ etiquetado climático ”, análogo al etiquetado energético, que tendría un gran potencial para mover el mercado hacia un comportamiento más respetuoso con el clima.
Pero la capacidad de los consumidores para contribuir a la mitigación del cambio climático va mucho más allá de la elección de los productos a la hora de la compra.
Los consumidores compran cada vez más productos que para funcionar requieren energía y que generan emisiones de gases de efecto invernadero (electrodomésticos, aparatos informáticos, electrónica de ocio...). Además, los rápidos cambios en la moda, la poca duración de los productos y el elevado coste relativo de las reparaciones conducen a que estos aparatos se renueven en un plazo cada vez menor, con el consiguiente aumento en las emisiones debidas a la fabricación, la distribución y eliminación de los productos.
En la actual sociedad de la información, en la que la nueva economía se basa más en la prestación de servicios basados en el conocimiento y menos en la manufactura de productos, deben promoverse medidas que hagan económicamente rentable el mantenimiento, reparación y actualización de los productos antes que la sustitución de los mismos.
Y en la misma línea, en muchas ocasiones los consumidores pueden satisfacer una necesidad o un deseo a travé s la contratación de un servicio y no necesariamente de la compra de un producto. Es decir, se puede sustituir la adquisición de productos por la contratación del servicio equivalente . Ejemplos son el coche de propiedad compartida ( car-sharing ) frente a la compra de un automóvil, el servicio de lavandería frente a la compra de lavadoras y secadoras, etc.
Todas estas son actuaciones que pretenden facilitar que los consumidores puedan satisfacer los mismos servicios utilizando menos productos y productos más limpios y, por tanto, generando menos emisiones de gases de efecto invernadero.

(CONTINUARA)