¿Qué tanto hacen las mujeres cuando van al baño?¿Porque se tardan mucho tiempo en él? Una buena amiga, a la cual llamaré simplemente Maggie (no la de los Simpsons) me envió lo siguiente:
"Mi mamá era una asidua frecuentadora de los baños públicos. Cuando yo era chiquita siempre que ella me llevaba al baño, me enseñaba a limpiar la tapa de la taza sanitaria con papel higiénico y luego ponía cuidadosamente tiras de papel en el perímetro de la tapa. Finalmente me instruía: -"Nunca, nunca te sientes en una taza sanitaria de un baño público"- y me mostraba ‘La posición’ que debía asumir que consiste en balancearte sobre la taza o sanitario en una posición de sentarse, pero sin que tu cuerpo haga contacto con el mismo
Eso fue hace mucho tiempo, pero aún hoy en nuestros años más maduros, ‘La posición’ es dolorosamente difícil de mantener cuando tu vejiga está que revienta. Cuando tienes que ir a un baño público, por lo general te encuentras siempre con una cola inmensa de mujeres, tan larga que te hace pensar que dentro del baño esta Brad Pitt desnudo firmando autógrafos, así que pues solo te queda esperar pacientemente y sonríes amablemente con los dientes apretados a las demás que también están discretamente cruzando las piernas. Finalmente te toca tu turno, verificas cada cubículo por debajo para ver si no hay piernas, todos están ocupados, finalmente uno se abre y te lanzas casi empujando a la persona que va saliendo, entras y te das cuenta que el pasador de la puerta no funciona; no importa… de una vez piensas lo sostendré con la mano. Cuando quieres colgar tu bolso de algún gancho que tendría que haber en la puerta….., pues no hay gancho, así que te lo cuelgas del cuello mientras miras como se balancea debajo tuyo, sin contar que te desnuca la correa que te colgaste al cuello, porque el bolso está lleno de tantas cositas que hasta sientes que traes a tu madre ahí. Alivio…… Ahhhhhh….. Más alivio… Ahhhhhh... a la vez tienes ganas de tirarte un pedito, pero lo aguantas por temor a que salga sonando como el pito de una locomotora vieja y lo escuchen todos los que están en los cubículos de los lados. Por un lado, descargaba toda la vejiga; pero por otro lado apretaba el culo para que no se me saliera el pedo…. y de repente suena el celular -que está obviamente en el bolso-. Ahí es cuando tus muslos empiezan a temblar…. Te encantaría sentarte, pero no tuviste tiempo de limpiar la taza, ni la cubriste con papel ni nada, así que te quedas en ‘La posición’ mientras tus piernas tiemblan tan fuerte que registrarían 8 grados en la escala de Richter, sin contar la salpicada finita del chorro que pega en la loza y que te moja todas las piernas o peor aún, las pantimedias, de seguro van a quedar con lunitas de orina ¡¡¡que chic!!!
Por suerte el teléfono ya no suena. Para alejar tu mente de esa desgracia, buscas el rollo de papel higiénico,pero, oh, oh, -!el rollo esta vacío!- Tus piernas tiemblan cada vez más y de pronto recuerdas el pedacito de papel aquel con el que te limpiaste hace un buen rato la nariz, piensas eso tendría que ser suficiente, lo arrugas de la manera más esponjada posible, pero queda mas pequeño que la uña de tu dedo y encima todavía está mojado de moco…
En ese instante, alguien empuja la puerta de tu baño y como el pasador obviamente no funciona y tienes tus manos ocupadas, recibes tremendo golpe en la cabeza y gritas arrecha y como loca: ‘OCUPADOOOO!!!!’.
Mientras continúas empujando la puerta con tu cabeza, suena de nuevo el celular y en el intento de apagarlo definitivamente, el pedacito de papel pequeñito llenito de moco que tenías en la mano se te cae exactamente en un charquito que hay en el piso y no estás segura si es agua o miaditos.
Tus piernas ya no aguantan, te vas de espalda y caes sentada en la taza sanitaria del baño. Te levantas rápidamente y con un poquito de asco, pero ya es demasiado tarde, tu trasero ya entró en contacto con todos los gérmenes y formas de vida del asiento porque tu nunca lo cubriste con papel higiénico, que de todos modos no había, aun cuando hubieras tenido tiempo de hacerlo.
Sin contar el golpe en la cabeza, el desnuque de la correa del bolso, la salpicada del chorro en las piernas y en las medias que todavía están mojadas…. viene a tu mente el recuerdo de tu madre diciéndote ‘que desagradable, no sabes que clase de enfermedades podrías agarrarte ahí’.
Pero la historia no termina ahí, ahora el bajante del sanitario está tan confundido que suelta el agua como si fuera una fuente y manda todo al colector con tal fuerza que te tienes que agarrar del tubo que sostiene el papel de baño (cuando hay) por miedo a que te vaya a chupar y vayas a aparecer en la China.
Aquí es cuando finalmente te rindes. Estás empapada por el agua que salió del baño como fuente, estás exhausta, tratas de limpiarte con un celofán de unos chiclets Adams que conseguiste en tu cartera; y luego sales al lavamanos.
No sabes cómo funcionan los grifos automáticos por supuesto y cuando sabes como es pues no hay agua así que obstinada te limpias las manos con saliva, te las secas discretamente con la faldita y sales pasando junto a la línea de mujeres que aún están esperando con las piernas cruzadas a las cuales por supuesto ya miras sin intención de sonreír cortésmente.
Un alma caritativa al final de la línea te dice que vas arrastrando papel higiénico pegado a tu zapato del largo del río Coatán, con muchas dudas tomas el papel del zapato, lo depositas rudamente en la mano de la mujer que te dijo que lo traías pegado y le dices ya sin cortesía: ‘Toma mi reina, puedes necesitarlo’ y sales.
En este momento ves a tu esposo que ha entrado, usado y salido del baño de hombres y que tuvo tiempo de sobra para leer toda la prensa posible mientras te esperaba y viene y te dice en un tono casi incomprensible ¿Por qué tardaste tanto?, estaba preocupado, hasta te llamé dos veces al celular por si te había pasado algo, y encima no contestaste’. Es aquí donde le das una patada en los bajos, y de una vez por todas lo mandas a la mierda.
Eso fue hace mucho tiempo, pero aún hoy en nuestros años más maduros, ‘La posición’ es dolorosamente difícil de mantener cuando tu vejiga está que revienta. Cuando tienes que ir a un baño público, por lo general te encuentras siempre con una cola inmensa de mujeres, tan larga que te hace pensar que dentro del baño esta Brad Pitt desnudo firmando autógrafos, así que pues solo te queda esperar pacientemente y sonríes amablemente con los dientes apretados a las demás que también están discretamente cruzando las piernas. Finalmente te toca tu turno, verificas cada cubículo por debajo para ver si no hay piernas, todos están ocupados, finalmente uno se abre y te lanzas casi empujando a la persona que va saliendo, entras y te das cuenta que el pasador de la puerta no funciona; no importa… de una vez piensas lo sostendré con la mano. Cuando quieres colgar tu bolso de algún gancho que tendría que haber en la puerta….., pues no hay gancho, así que te lo cuelgas del cuello mientras miras como se balancea debajo tuyo, sin contar que te desnuca la correa que te colgaste al cuello, porque el bolso está lleno de tantas cositas que hasta sientes que traes a tu madre ahí. Alivio…… Ahhhhhh….. Más alivio… Ahhhhhh... a la vez tienes ganas de tirarte un pedito, pero lo aguantas por temor a que salga sonando como el pito de una locomotora vieja y lo escuchen todos los que están en los cubículos de los lados. Por un lado, descargaba toda la vejiga; pero por otro lado apretaba el culo para que no se me saliera el pedo…. y de repente suena el celular -que está obviamente en el bolso-. Ahí es cuando tus muslos empiezan a temblar…. Te encantaría sentarte, pero no tuviste tiempo de limpiar la taza, ni la cubriste con papel ni nada, así que te quedas en ‘La posición’ mientras tus piernas tiemblan tan fuerte que registrarían 8 grados en la escala de Richter, sin contar la salpicada finita del chorro que pega en la loza y que te moja todas las piernas o peor aún, las pantimedias, de seguro van a quedar con lunitas de orina ¡¡¡que chic!!!
Por suerte el teléfono ya no suena. Para alejar tu mente de esa desgracia, buscas el rollo de papel higiénico,pero, oh, oh, -!el rollo esta vacío!- Tus piernas tiemblan cada vez más y de pronto recuerdas el pedacito de papel aquel con el que te limpiaste hace un buen rato la nariz, piensas eso tendría que ser suficiente, lo arrugas de la manera más esponjada posible, pero queda mas pequeño que la uña de tu dedo y encima todavía está mojado de moco…
En ese instante, alguien empuja la puerta de tu baño y como el pasador obviamente no funciona y tienes tus manos ocupadas, recibes tremendo golpe en la cabeza y gritas arrecha y como loca: ‘OCUPADOOOO!!!!’.
Mientras continúas empujando la puerta con tu cabeza, suena de nuevo el celular y en el intento de apagarlo definitivamente, el pedacito de papel pequeñito llenito de moco que tenías en la mano se te cae exactamente en un charquito que hay en el piso y no estás segura si es agua o miaditos.
Tus piernas ya no aguantan, te vas de espalda y caes sentada en la taza sanitaria del baño. Te levantas rápidamente y con un poquito de asco, pero ya es demasiado tarde, tu trasero ya entró en contacto con todos los gérmenes y formas de vida del asiento porque tu nunca lo cubriste con papel higiénico, que de todos modos no había, aun cuando hubieras tenido tiempo de hacerlo.
Sin contar el golpe en la cabeza, el desnuque de la correa del bolso, la salpicada del chorro en las piernas y en las medias que todavía están mojadas…. viene a tu mente el recuerdo de tu madre diciéndote ‘que desagradable, no sabes que clase de enfermedades podrías agarrarte ahí’.
Pero la historia no termina ahí, ahora el bajante del sanitario está tan confundido que suelta el agua como si fuera una fuente y manda todo al colector con tal fuerza que te tienes que agarrar del tubo que sostiene el papel de baño (cuando hay) por miedo a que te vaya a chupar y vayas a aparecer en la China.
Aquí es cuando finalmente te rindes. Estás empapada por el agua que salió del baño como fuente, estás exhausta, tratas de limpiarte con un celofán de unos chiclets Adams que conseguiste en tu cartera; y luego sales al lavamanos.
No sabes cómo funcionan los grifos automáticos por supuesto y cuando sabes como es pues no hay agua así que obstinada te limpias las manos con saliva, te las secas discretamente con la faldita y sales pasando junto a la línea de mujeres que aún están esperando con las piernas cruzadas a las cuales por supuesto ya miras sin intención de sonreír cortésmente.
Un alma caritativa al final de la línea te dice que vas arrastrando papel higiénico pegado a tu zapato del largo del río Coatán, con muchas dudas tomas el papel del zapato, lo depositas rudamente en la mano de la mujer que te dijo que lo traías pegado y le dices ya sin cortesía: ‘Toma mi reina, puedes necesitarlo’ y sales.
En este momento ves a tu esposo que ha entrado, usado y salido del baño de hombres y que tuvo tiempo de sobra para leer toda la prensa posible mientras te esperaba y viene y te dice en un tono casi incomprensible ¿Por qué tardaste tanto?, estaba preocupado, hasta te llamé dos veces al celular por si te había pasado algo, y encima no contestaste’. Es aquí donde le das una patada en los bajos, y de una vez por todas lo mandas a la mierda.
Y gracias a Dios, finalmente, esto le explicará a todos los hombres, por qué las mujeres nos tardamos tanto en el baño".(Publicado el Abril 11, 2007 por Maggie Paola).
Agradezco la explicación de Maggie, porque de niño, yo me imaginaba lo siguiente:
La mujer entra al baño, cierra la puerta, y de pie frente al inodoro, mira a ambos lados y asiente con un gesto de suficiencia. Abre el cierre de su jeans, mete la mano y empieza a buscar. "Changos, ¡me lo robaron!". Abre la puerta y encuentra a su amiga que hace la guardia. Angustiada, le dice: "Oye, no me lo encuentro, ¿será el frío?" Y comparten las angustias. Mientras tanto, las ganas de hacer pipí van superando la desesperación, se resignan y se sientan, y se disponen a vaciar su vejiga.