Un patrón femenino prácticamente universal revela la presencia y participación de las mujeres alrededor de los espacios locales, vinculadas con los asuntos de la vida cotidiana en la esfera de la familia y las tareas domésticas. Plasmadas en el territorio la división y desigualdad entre los géneros, el barrio, la comunidad vecinal, la localidad, representan los lugares de la vida social donde las mujeres se han históricamente desenvuelto y proyectado sus roles, habilidades y luchas (Massolo, 1996). Los estudios de género han encontrado que los espacios locales y el hacer política comunitaria facilitan la participación pública de las mujeres debido a la proximidad espacial y la mayor flexibilidad de tiempo (Randall, 1987), aunque también se ha criticado la ideología de comunidad que naturaliza "el lugar de la mujer" en la frontera estrictamente local, ocultando situaciones de opresión, explotación y discriminación de género.
El formidable protagonismo femenino en los espacios locales de la pobreza latinoamericana implica serios riesgos y costos físicos, emocionales y morales pero no es una visibilidad de víctimas, sino la de una fuerza social protagonista capaz de lograr mejorar las condiciones vida familiares y comunitarias, contribuyendo a mantener la gobernabilidad local. Sin embargo, el punto de vista y posturas de las mujeres prácticamente estuvo ausente de las opiniones, análisis y debates sobre la descentralización cuando entró a la escena latinoamericana. Difícilmente encontramos en la literatura sobre el tema planteamientos desde las mujeres en torno a la política de descentralización y las reformas municipales. Incluso las mujeres de los sectores populares urbanos que componen el movimiento social multifacético de las mujeres latinoamericanas, con su fuerte inserción en los espacios locales, no percibieron a la descentralización como una reforma del estado que les podría beneficiar. Aun a mediado de la década de 1990 se constataba en un estudio de organizaciones de base de pobladoras de Santiago de Chile, que entre las mujeres no se encuentra la noción de un estado descentralizado donde los niveles de gobierno tienen poder y ámbitos propios de decisión; el "ideal" para ellas si se quiere resolver un problema es llegar a La Moneda , sede del poder presidencial (Weisntein, 1995).
La debilidad, incapacidad y desprestigio de los municipios lógicamente no alentaban el cambio de perspectiva así como la marca "neoliberal" de las reformas generaba más suspicacias que adhesiones. Pero fue más bien la fuerza de atracción del estado central lo que se impuso, por sobre las iniciativas de descentralización del mismo estado. A inicios de la década de los noventa se comenzó a dar un giro de la mirada de género hacia lo local y la descentralización; los pensamientos y las voces de las mujeres entraron a la escena de los debates, los intercambios de experiencias y propuestas sobre el tema de la descentralización.
No se puede ignorar que el potencial de oportunidades de los espacios locales urbanos y rurales en América Latina están acechados por la realidad de la masiva pobreza y la feminización de la pobreza9 la cual se manifiesta, entre otros aspectos, en el fenómeno del aumento de hogares a cargo de una mujer sobre todo en las ciudades, las que son el principal sino el único sostén económico de la familia.
Resumiendo, la presencia y participación de las mujeres en los espacios locales, considerando su diversidad, reúne las siguientes características:
• Los espacios locales adquieren especial importancia ya que son el mundo público con los que las mujeres se encuentran más familiarizadas y donde despliegan sus habilidades de participación como gestoras sociales para el mejoramiento de la calidad de vida de la familia y la comunidad.
• Se proyecta su rol doméstico sobre el espacio público pero no se disminuyen o eliminan las desigualdades de género. La participación de las mujeres se concentra en cuestiones y tareas relativas a las necesidades básicas de la familia y la comunidad, mientras que los hombres se reservan la participación en los cargos de poder político en las organizaciones sociales y el gobierno local.
• Se percibe y aprecia la participación femenina únicamente en función de ser intermediarias de fines de bienestar para otros y por la eficacia que garantizan en la realización de los programas. Predomina una concepción instrumental de la participación femenina asociada a graves problemas y emergencias sociales, como los de la pobreza.
• Es inusual que se conciba y valore a las mujeres como sujetos sociales portadores de derechos propios, ni que se las aprecie como agentes de cambio en el desarrollo local.
• Todavía prevalece la creencia entre autoridades municipales y líderes de la comunidad de que las mujeres representan un servicio público gratuito, disponible todo el tiempo y para todo problema o emergencia social. Las mismas mujeres contribuyen a reproducir dicha convicción debido a la socialización en los roles de género (madre, ama de casa, esposa) y a la división sexual del trabajo, que recarga sobre las mujeres las labores domésticas y el cuidado de los niños.
• También aún prevalece la creencia de que las mujeres disponen de "más tiempo libre" que los hombres para dedicarse al servicio de las necesidades de la comunidad. Se da por descontado su disponibilidad incondicional ignorando las sobrecargas de trabajo, los desgastes físicos y emocionales y los malabarismos que tienen que hacer para darse el tiempo de cumplir con todas sus obligaciones de género.
• Para las mujeres, principalmente de bajos ingresos, la participación en el mundo público local es más una obligación por necesidad que un derecho ciudadano a participar en los asuntos públicos.
En la denominada política "informal" o "comunitaria", que es una forma de hacer política desde del entorno social cotidiano, las mujeres se involucran en los asuntos de interés público y sus experiencias nos enseñan que:
establecen relaciones de fuerza y presión ante las autoridades locales;
demandan y gestionan recursos;
protestan, negocian y ejercen influencia;
contribuyen al mejoramiento de la calidad de vida y al desarrollo local;
adquieren habilidades de ciudadanas competentes;
logran autoestima y prestigio social;
adquieren poder de liderazgo;
representan un efectivo patrón de participación social en la vida política local (Massolo, 1994).
Una paradójica dinámica de inclusión-exclusión envuelve la presencia y participación femenina en la esfera pública local. El hecho que hayan adquirido visibilidad y voz pública no significa que son reconocidos sus problemas específicos de género, ni son valoradas seriamente sus capacidades y contribuciones. La revalorización de los gobiernos locales en América Latina no ha corrido pareja a la revalorización de las mujeres como ciudadanas titulares de derechos.
Siendo la municipalidad la instancia de gobierno y representación política más próxima a la ciudadanía vinculada a los asuntos de la vida cotidiana, paradójicamente no ha facilitado el acceso de las mujeres a los cargos del poder municipal. Las municipalidades latinoamericanas carecen de pluralidad de género puesto que son mayoritariamente encabezadas por hombres. Claramente no se verifica una correlación positiva entre mayor cercanía del gobierno y mayor participación política formal de las mujeres. Por lo cual, el principio de proximidad que legitima particularmente al gobierno local, no funciona como principio que favorece la equidad de género en el acceso al poder municipal. Los gobiernos locales están marcados por la inequidad de género, aunque algunos cambios y avances están ocurriendo.
En cuanto al cargo de alcaldesa de acuerdo a la información recabada de 16 países - con un total de 15,828 municipios - las mujeres sólo representan 5,3% de ese total.
El formidable protagonismo femenino en los espacios locales de la pobreza latinoamericana implica serios riesgos y costos físicos, emocionales y morales pero no es una visibilidad de víctimas, sino la de una fuerza social protagonista capaz de lograr mejorar las condiciones vida familiares y comunitarias, contribuyendo a mantener la gobernabilidad local. Sin embargo, el punto de vista y posturas de las mujeres prácticamente estuvo ausente de las opiniones, análisis y debates sobre la descentralización cuando entró a la escena latinoamericana. Difícilmente encontramos en la literatura sobre el tema planteamientos desde las mujeres en torno a la política de descentralización y las reformas municipales. Incluso las mujeres de los sectores populares urbanos que componen el movimiento social multifacético de las mujeres latinoamericanas, con su fuerte inserción en los espacios locales, no percibieron a la descentralización como una reforma del estado que les podría beneficiar. Aun a mediado de la década de 1990 se constataba en un estudio de organizaciones de base de pobladoras de Santiago de Chile, que entre las mujeres no se encuentra la noción de un estado descentralizado donde los niveles de gobierno tienen poder y ámbitos propios de decisión; el "ideal" para ellas si se quiere resolver un problema es llegar a La Moneda , sede del poder presidencial (Weisntein, 1995).
La debilidad, incapacidad y desprestigio de los municipios lógicamente no alentaban el cambio de perspectiva así como la marca "neoliberal" de las reformas generaba más suspicacias que adhesiones. Pero fue más bien la fuerza de atracción del estado central lo que se impuso, por sobre las iniciativas de descentralización del mismo estado. A inicios de la década de los noventa se comenzó a dar un giro de la mirada de género hacia lo local y la descentralización; los pensamientos y las voces de las mujeres entraron a la escena de los debates, los intercambios de experiencias y propuestas sobre el tema de la descentralización.
No se puede ignorar que el potencial de oportunidades de los espacios locales urbanos y rurales en América Latina están acechados por la realidad de la masiva pobreza y la feminización de la pobreza9 la cual se manifiesta, entre otros aspectos, en el fenómeno del aumento de hogares a cargo de una mujer sobre todo en las ciudades, las que son el principal sino el único sostén económico de la familia.
Resumiendo, la presencia y participación de las mujeres en los espacios locales, considerando su diversidad, reúne las siguientes características:
• Los espacios locales adquieren especial importancia ya que son el mundo público con los que las mujeres se encuentran más familiarizadas y donde despliegan sus habilidades de participación como gestoras sociales para el mejoramiento de la calidad de vida de la familia y la comunidad.
• Se proyecta su rol doméstico sobre el espacio público pero no se disminuyen o eliminan las desigualdades de género. La participación de las mujeres se concentra en cuestiones y tareas relativas a las necesidades básicas de la familia y la comunidad, mientras que los hombres se reservan la participación en los cargos de poder político en las organizaciones sociales y el gobierno local.
• Se percibe y aprecia la participación femenina únicamente en función de ser intermediarias de fines de bienestar para otros y por la eficacia que garantizan en la realización de los programas. Predomina una concepción instrumental de la participación femenina asociada a graves problemas y emergencias sociales, como los de la pobreza.
• Es inusual que se conciba y valore a las mujeres como sujetos sociales portadores de derechos propios, ni que se las aprecie como agentes de cambio en el desarrollo local.
• Todavía prevalece la creencia entre autoridades municipales y líderes de la comunidad de que las mujeres representan un servicio público gratuito, disponible todo el tiempo y para todo problema o emergencia social. Las mismas mujeres contribuyen a reproducir dicha convicción debido a la socialización en los roles de género (madre, ama de casa, esposa) y a la división sexual del trabajo, que recarga sobre las mujeres las labores domésticas y el cuidado de los niños.
• También aún prevalece la creencia de que las mujeres disponen de "más tiempo libre" que los hombres para dedicarse al servicio de las necesidades de la comunidad. Se da por descontado su disponibilidad incondicional ignorando las sobrecargas de trabajo, los desgastes físicos y emocionales y los malabarismos que tienen que hacer para darse el tiempo de cumplir con todas sus obligaciones de género.
• Para las mujeres, principalmente de bajos ingresos, la participación en el mundo público local es más una obligación por necesidad que un derecho ciudadano a participar en los asuntos públicos.
En la denominada política "informal" o "comunitaria", que es una forma de hacer política desde del entorno social cotidiano, las mujeres se involucran en los asuntos de interés público y sus experiencias nos enseñan que:
establecen relaciones de fuerza y presión ante las autoridades locales;
demandan y gestionan recursos;
protestan, negocian y ejercen influencia;
contribuyen al mejoramiento de la calidad de vida y al desarrollo local;
adquieren habilidades de ciudadanas competentes;
logran autoestima y prestigio social;
adquieren poder de liderazgo;
representan un efectivo patrón de participación social en la vida política local (Massolo, 1994).
Una paradójica dinámica de inclusión-exclusión envuelve la presencia y participación femenina en la esfera pública local. El hecho que hayan adquirido visibilidad y voz pública no significa que son reconocidos sus problemas específicos de género, ni son valoradas seriamente sus capacidades y contribuciones. La revalorización de los gobiernos locales en América Latina no ha corrido pareja a la revalorización de las mujeres como ciudadanas titulares de derechos.
Siendo la municipalidad la instancia de gobierno y representación política más próxima a la ciudadanía vinculada a los asuntos de la vida cotidiana, paradójicamente no ha facilitado el acceso de las mujeres a los cargos del poder municipal. Las municipalidades latinoamericanas carecen de pluralidad de género puesto que son mayoritariamente encabezadas por hombres. Claramente no se verifica una correlación positiva entre mayor cercanía del gobierno y mayor participación política formal de las mujeres. Por lo cual, el principio de proximidad que legitima particularmente al gobierno local, no funciona como principio que favorece la equidad de género en el acceso al poder municipal. Los gobiernos locales están marcados por la inequidad de género, aunque algunos cambios y avances están ocurriendo.
En cuanto al cargo de alcaldesa de acuerdo a la información recabada de 16 países - con un total de 15,828 municipios - las mujeres sólo representan 5,3% de ese total.
La proporción promedio en América Latina y la proporción en cada país poco ha variado desde la década de los años ’80. Tampoco ha variado significativamente el patrón territorial de ubicación de las alcaldesas, casi la mayoría en municipios rurales y pequeñas ciudades. Son excepciones las que acceden a gobiernos locales de ciudades capitales o metrópolis, como Marta Suplicy en Sao Paulo, Brasil.
En 2002 la Secretaría Mundial de IULA (actualmente fusionada en la nueva organización mundial Ciudades y Gobiernos Locales Unidos), presentó el Programa Global de Mujeres en el Gobierno Local cuyo objetivo es el estímulo a la representación equitativa de la mujer en la toma de decisiones de los gobiernos locales, y la integración transversal de género en el diseño de las políticas locales y la prestación de los servicios. En Santo Domingo, República Dominicana, se realizó la Conferencia Internacional "Las Mujeres en el Gobierno Local y la Toma de Decisiones", en septiembre de 2002, donde se discutieron los obstáculos a la participación femenina en los gobiernos locales, el rol de los partidos políticos, el rol de la asociaciones nacionales de municipalidades y de la redes de mujeres electas. También como parte del Programa Global se llevó a cabo el Seminario Regional de Conformación de la Red para la Equidad de Género, en la ciudad de Quito, Ecuador, en noviembre de 2003, con el fin de organizar la ejecución del proyecto "Mujeres en la Toma de Decisiones Locales", componente latinoamericano, que tiene el objetivo de promover una gobernabilidad participativa y equitativa en los gobiernos locales latinoamericanos, basada en los principios de equidad de género e igualdad de oportunidades. La Red se propone realizar la siguiente agenda de actividades en los países seleccionados (Perú, Bolivia, República Dominicana y Paraguay): aumentar el número de mujeres en cargos de elección popular y hacer del género una prioridad en todos los trabajos de las ciudades y los gobiernos locales; impulsar el fortalecimiento de redes nacionales de mujeres electas y de la red regional; elaborar materiales de capacitación y sistematización de experiencias de planificación con enfoque de género; recopilar información sobre la participación política en los países asociados a la red y crear una base de datos para la difusión de los mismos; promover la discusión relacionada con el tema de la participación política de las mujeres.
En 2002 la Secretaría Mundial de IULA (actualmente fusionada en la nueva organización mundial Ciudades y Gobiernos Locales Unidos), presentó el Programa Global de Mujeres en el Gobierno Local cuyo objetivo es el estímulo a la representación equitativa de la mujer en la toma de decisiones de los gobiernos locales, y la integración transversal de género en el diseño de las políticas locales y la prestación de los servicios. En Santo Domingo, República Dominicana, se realizó la Conferencia Internacional "Las Mujeres en el Gobierno Local y la Toma de Decisiones", en septiembre de 2002, donde se discutieron los obstáculos a la participación femenina en los gobiernos locales, el rol de los partidos políticos, el rol de la asociaciones nacionales de municipalidades y de la redes de mujeres electas. También como parte del Programa Global se llevó a cabo el Seminario Regional de Conformación de la Red para la Equidad de Género, en la ciudad de Quito, Ecuador, en noviembre de 2003, con el fin de organizar la ejecución del proyecto "Mujeres en la Toma de Decisiones Locales", componente latinoamericano, que tiene el objetivo de promover una gobernabilidad participativa y equitativa en los gobiernos locales latinoamericanos, basada en los principios de equidad de género e igualdad de oportunidades. La Red se propone realizar la siguiente agenda de actividades en los países seleccionados (Perú, Bolivia, República Dominicana y Paraguay): aumentar el número de mujeres en cargos de elección popular y hacer del género una prioridad en todos los trabajos de las ciudades y los gobiernos locales; impulsar el fortalecimiento de redes nacionales de mujeres electas y de la red regional; elaborar materiales de capacitación y sistematización de experiencias de planificación con enfoque de género; recopilar información sobre la participación política en los países asociados a la red y crear una base de datos para la difusión de los mismos; promover la discusión relacionada con el tema de la participación política de las mujeres.
Una importante novedad es la aparición en la escena pública local, nacional e internacional de asociaciones de mujeres municipalistas. Esta nueva visibilidad y empoderamiento de las mujeres autoridades locales a través de sus propias asociaciones y redes, es uno de los cambios cualitativos más significativos e innovadores junto con la introducción de la perspectiva de género en las políticas y los programas de la agenda municipal, que están ocurriendo en el nuevo panorama de los gobiernos locales latinoamericanos. La conformación de las asociaciones y redes responde en cada país a distintos contextos y procesos políticos y sociales, que de una u otra manera han facilitado la toma de decisiones de las mujeres involucradas, con el apoyo de ONGs y de la cooperación internacional.
Ejemplos de estas asociaciones y redes son la: Asociación de Concejalas de Bolivia (ACOBOL); Asociación Nacional de Regidoras, Síndicas y Alcaldesas Salvadoreñas (ANDRYSAS); Red de Mujeres Munícipes del Paraguay; Unidad Temática "Género y Municipio" de la Red de Mercociudades.
La iniciativa pionera de asociación a escala regional es la Federación de Mujeres Municipalistas de América Latina y el Caribe (FEMUM-ALC), creada en la ciudad de Quito, Ecuador, en septiembre de 1998 en el marco del Foro "Género y Gobiernos Locales" organizado por IULA/CELCADEL y el PGU-ALC. La FEMUM-ALC cuenta con su Estatuto que la define como una organización regional de derecho propio, sin fines de lucro, con finalidad social y pública, técnica y política, cuyos objetivos entre otros son:
• Servir de interlocutora entre las municipalidades de América Latina y el Caribe y las Asociaciones Nacionales de Mujeres Municipalistas.
• Exigir e impulsar en los gobiernos, parlamentos y partidos políticos el derecho al porcentaje equitativo de participación, a través de cuotas electorales alternadas en los procesos de elección popular.
• Contribuir al mejoramiento del nivel de eficiencia y eficacia en la gestión de las Concejalas o Regidoras en las municipalidades de la región.
• Propiciar y facilitar la participación en el ámbito municipal de las ciudadanas en la toma de decisiones, en los presupuestos y en la ejecución de obras.
Proceso inédito e incipiente que va avanzando a pesar de las limitaciones y dificultades que encuentra en el camino, el asociacionismo de las mujeres autoridades locales ya cuenta con precedentes y experiencias en nuestros países latinoamericanos. Falta una mayor y más amplia difusión de las asociaciones y redes, que aún son poco conocidas y se hacen poco conocer, tal vez porque son los primeros pasos que se están dando y por los escasos recursos que disponen.
La iniciativa pionera de asociación a escala regional es la Federación de Mujeres Municipalistas de América Latina y el Caribe (FEMUM-ALC), creada en la ciudad de Quito, Ecuador, en septiembre de 1998 en el marco del Foro "Género y Gobiernos Locales" organizado por IULA/CELCADEL y el PGU-ALC. La FEMUM-ALC cuenta con su Estatuto que la define como una organización regional de derecho propio, sin fines de lucro, con finalidad social y pública, técnica y política, cuyos objetivos entre otros son:
• Servir de interlocutora entre las municipalidades de América Latina y el Caribe y las Asociaciones Nacionales de Mujeres Municipalistas.
• Exigir e impulsar en los gobiernos, parlamentos y partidos políticos el derecho al porcentaje equitativo de participación, a través de cuotas electorales alternadas en los procesos de elección popular.
• Contribuir al mejoramiento del nivel de eficiencia y eficacia en la gestión de las Concejalas o Regidoras en las municipalidades de la región.
• Propiciar y facilitar la participación en el ámbito municipal de las ciudadanas en la toma de decisiones, en los presupuestos y en la ejecución de obras.
Proceso inédito e incipiente que va avanzando a pesar de las limitaciones y dificultades que encuentra en el camino, el asociacionismo de las mujeres autoridades locales ya cuenta con precedentes y experiencias en nuestros países latinoamericanos. Falta una mayor y más amplia difusión de las asociaciones y redes, que aún son poco conocidas y se hacen poco conocer, tal vez porque son los primeros pasos que se están dando y por los escasos recursos que disponen.
Bibliografia:"Gobiernos locales y mujeres:
nuevos cambios y desafíos
en América Latina"
Alejandra Massolo, 2005
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